Etiquetas

martes, 11 de junio de 2024

EN LA GALERÍA UFFIZI II, Filippo Lippi, Verrocchio, Tiziano, Caravaggio, Artemisa Gentileschi

 EN LA GALERÍA UFFIZI II,

Filippo Lippi, Verrocchio, Tiziano, Caravaggio, Artemisa Gentileschi

Os traigo hoy otras cinco obras de la Galería de los Uffizi, ya os comenté en la primera parte de la entrada, que la selección responde a criterios puramente personales y subjetivos.

En este caso, son obras de autores italianos: del renacimiento, manierismo y barroco. Incluyo por su fuerza, una obra de Artemisa Gentileschi, en homenaje a la pintura femenina y feminista.

En los últimos años, desde 2004, este museo ha mejorado y ampliado el espacio expositivo, en el conjunto de salas ubicadas en la primera planta del mismo, donde se exponen obras del periodo manierista y barroco.

VIRGEN CON EL NIÑO Y DOS ÁNGELES


Esta obra realizada en 1465, por Filippo Lippi (Fra Filippo, fraile carmelita, más por tradición que por devoción), es una tempera sobre tabla de mide 95x62,5 cm. Lippi es uno de los grandes maestros de Quatroccento italiano, influyendo incluso sobre Boticelli, que se inspiraría es esta obra y que fue asistente suyo en su estancia en Prato.

Representa a la Virgen (la mayor parte de los temas por él tratados son religiosos), con el Niño que se apoya en dos ángeles. Llama la atención la dulzura en el tratamiento del rostro de María (al que se identifica con Lucrecia Buti, una novicia que se convirtió en su modelo y pareja, con la que tuvo dos hijos, uno de ellos pintor, Filippino Lippi) con el tocado de perlas y el velo transparente, ligeramente cabizbaja dirige su mirada al Niño que extiende sus brazos hacia ella, mientras ella une sus manos en oración.

ç

Dulzura en los rostros que se extiende tanto al Niño como a los ángeles (que sonríen como niños, el de la izquierda, dirige su mirada al espectador). La obra tiene un colorido armónico y suave.

El paisaje de fondo, constituye un cuadro dentro del propio cuadro, con rocas y cielos brumosos, enlaza con los paisajes flamencos y anticipa los paisajes de Leonardo.

BAUTISMO DE CRISTO


Esta obra realizada entre 1470-75, en el taller de Andrea de Verrocchio (pintor, orfebre y escultor), contó con la participación de Leonardo de Vinci, siendo la primera actividad pictórica de genio renacentista.

Es una obra realizada con tempera y óleo sobre tabla, mide 180x152 cm; procede de la iglesia de San Michele en San Salvi (una de las iglesias más antiguas de Florencia y situada extramuros de la ciudad), en 1810 se trasladó a la Galería de la Academia y desde 1914 está en la Galería de los Uffizi.

Lo más interesante de esta pintura son las partes en las que intervino Leonardo, el pintó el ángel de la izquierda (que bien podría ser San Miguel) y que sostiene el vestido de Jesús.

También realizó Leonardo, el paisaje acuático que hay sobre sus cabezas, que se degrada anticipando lo que luego será el esfumato característico de este artista y que contrasta con la palmera y las rocas situadas sobre el Bautista, de ejecución mucho más sobria y evidentemente de otro artista.

Es posible que también participará en tratamiento natural del cuerpo de Jesús, que contrasta con el tratamiento del cuerpo del Bautista, mucho más tenso y agrio.

Una obra pues, en la podemos observar el uso de diferentes técnicas y estilos.

VENUS DE URBINO


Esta obra realizada en 1538, por Tiziano Vecellio, es un óleo sobre lienzo, mide 119x165 cm. Realizada por encargo Guidobaldo II della Rovere, hijo del duque de Urbino.

Constituye una alegoría al matrimonio, en el que la fidelidad, el erotismo y la maternidad son las claves de la felicidad, personificada en Venus, símbolo de amor, belleza y fertilidad, desempeñando la función de “modelo” a seguir para Guilia Varano, la jovencísima esposa de Guidubaldo

Una joven, Venus, con el pelo rubio suelto, sobre los hombros, mira al espectador con intención y con una mirada alusiva; desnuda y tumbada sobre un lecho lascivo en el que las sábanas están algo arrugadas (arrugas generadas por infinidad de matices de blancos), dejando entrever los cojines rojos decorados con flores.



Su mano izquierda, aparentemente ocultando el pubis, en realidad se apoya ambiguamente como en señal de invitación mientras en la mano derecha lleva un ramito de flores, símbolo amoroso corroborado por la planta de arrayan apoyada sobre el alfeizar, entre la basa de la columna y el marco del ventanal, que genera junto con la inclinación de la pared la sensación de profundidad.

El perro duerme sobre la cama, símbolo de la felicidad.

Una escena secundaria, en segundo plano, con las dos criadas, buscando la ropa dentro de un suntuoso arcón nupcial en un escorzo que deja ver el cielo al atardecer. 


En 1631 este cuadro se encontraba en la colección de los Médicis; y desde 1736 se encuentra en la Galería Uffizi.

BACO


Esta obra realizada entre 1596-97, por Miguel Angel Merisi, il Caravaggio, es un óleo sobre lienzo, que mide 98×84 cm. La pintura corresponde al periodo juvenil de Caravaggio cuando trabaja en Roma para el para el cardenal Francisco María del Monte (1595-1600), que parece que lo encargo al pintor para regalarlo a Fernando I de Médici, con motivo de la celebración de la boda de su hijo Cosme II.

En ella se pueden observar de forma incipiente algunas de las características del pintor, como el estudio de los claroscuros (que sienta las bases de lo que en obras posteriores será  el tenebrismo)

El tema mitológico, es tratado de modo naturalista (alguien disfrazado de Baco), representa a Baco como un niño borracho, el modelo de joven Baco, pudo ser el pintor siciliano Mario Monnitti que había vivido en Roma con el pinto durante un tiempo. El mito dionisiaco aparece aquí cargado de símbolos religiosos y filosóficos.


La copa divina levantada es una invitación, no sólo a compartirla, sino toda una reflexión sobre la fugacidad de la vida; sobre una base de naturalezas muertas (incluye un bodegón dentro de la obra en la que los objetos tienen valor por si mismos).

La obra en la que Caravaggio muestra su capacidad para representar las calidades matéricas (piel nacarada, blanco de túnica, copa transparente. Representa la simbiosis de lo sensual  y del crudo realismo: las mejillas, enrojecidas, los labios húmedos, las unas sucias, la fruta picada o medio podrida.


La obra estaba en los depósitos de los Uffizi, sin acreditar su autor, hasta que, en 1916, Roberto Longhi, la atribuyó a Caravaggio.

JUDITH DECAPITANDO A HOLOFERNES

Esta obra realizada hacia 1613, por la italiana Artemisa Gentileschi, es un óleo sobre tabla, que mide 199x162 cm. Artemisa se había formado en el taller de su padre dentro de la influencia del naturalismo y del tenebrismo de Caravaggio y del clasicismo de la escuela de Bolonia.

El cuadro lo realizó cuando tenía 19 años, y tras el hecho que marcó su vida personal, en Roma, fue violada por un pintor que era además de ser su preceptor privado, trabajaba junto a su padre. Aunque en el juicio ante el Tribunal del Papa en Roma, se declaró la culpabilidad del criminal, ella fue casada con un modesto pintor florentino. Su vida profesional creció, y trabajo para los Médicis, para la corte y la aristocracia de Inglaterra, en Venecia, Roma y en Nápoles (donde trabajó en la época de José de Ribera, y vivió la crisis de la escuela barroca napolitana).

El tema de Judith atrajo a la artista, que lo representó en múltiples ocasiones. Representa a la joven hebrea cortando el cuello al caudillo filisteo Holofernes, del que brota abundante sangre. Judith sujeta la cabeza del filisteo, reducido con la ayuda de su criada (obsérvese como la vestimenta de Judith es propia de clase elevada y humilde la de la criada), sin embargo, ambas luchan y se esfuerzan juntas, en una composición de fuerte dinamismo (véase el escorzo de Holofernes), así como, de un naturalismo y una ferocidad poco común en la interpretación de este tema.


Naturalismo que se combina con el tenebrismo, un foco de luz emana desde el ángulo inferior derecho genera espacios de claroscuros propios de la influencia de Caravaggio.

Esta obra puede interpretarse en clave feminista, los rostros de las dos mujeres, juntas aparecen serenos y transmiten el convencimiento de la necesidad de su acción, la pintora representa en ella el deseo de venganza y de justicia.  

La obra de Artemisa Gentileschi, durante siglos olvidada, se ha visto revalorizada en las decádas recientes, por su papel en la lucha feminista (tanto en lo profesional, respecto a su formación y desarrollo como en lo personal por denunciar y sufrir por ello, la violación a la que fue sometida).

La obra hoy se expone en las salas barrocas de los Uffizi, a donde fue trasladada desde su ubicación original en el Palacio Pitti.

Manuel Holgado García, 2024.06.11 








No hay comentarios:

Publicar un comentario

EN LA BASÍLICA DE SANTA TRINIDAD, FLORENCIA

  EN LA BASÍLICA DE SANTA TRINIDAD, FLORENCIA Una construcción en la que se acumulan elementos románicos, góticos, renacentistas y barroco...