viernes, 4 de julio de 2025

LA ESCULTURA DE SAN BRUNO DE PEDRO LABOIRA, EN EL PATIO DE LA HOSPEDERÍA DE LA CARTUJA DE JEREZ.

 LA ESCULTURA DE SAN BRUNO DE PEDRO LABOIRA, EN EL PATIO DE LA HOSPEDERÍA DE LA CARTUJA DE JEREZ.

Tras pasar la portada realizada por Andrés Rivera de la Cartuja de Jerez, nos encontramos en antes de llegar al atrio, en el patio de la Hospedería, una de las escasas obras escultóricas en piedra y bulto redondo, originales de este monasterio.

Os hago un recorrido por esta escultura, los textos son la compilación de los hilos de post que he publicado en la red X, con el hashtag #DiariadeCádiz entre 28/6 al 4/7/2025

La escultura de San Bruno, ubica en el centro del pequeño patio rectangular de la Hospedería de la Cartuja de Santa María de la Defensión, recreado en 1948, a partir de los espacios de la celda del portero y otras habitaciones, tras la 2ª llegada de los Cartujos.


Se accede al patio, a través de un arco de ½ punto y sobria cancela de forja, en los lados mayores, 3 pilares ochavados de piedra, sustentan tres arcos ciegos, de ½ punto rebajados de ladrillo, al fondo una columna de mármol fuste liso y capitel corintio de pencas, similar a las del Claustrillo (aunque esta es de ½ del S.XX), sostiene dos arcos similares.


La escultura de San Bruno, realizada en mármol, es de bulto redondo, y pequeño tamaño 100 cm. de alta x 50 cm ancho x 45 cm fondo, con una basa poligonal irregular, se unos 8 cm de alto) forma un bloque único. Colocada sobre un pedestal formado por 3 sillares de piedra.


La obra realizada en 1761 estuvo en el pasillo que comunicaba la celda del procurador y el patio de obediencias con el claustro de los hermanos legos de la cartuja jerezana. Tras su desamortización, parte de su cuerpo fue depositada en el Museo de Cádiz, que la devolvió a fines de los años 80, su cabeza había sido devuelta antes por un bienhechor jerezano.


Este San Bruno es obra de Pedro Laboira (1700-80), su formación debió realizarse en uno de los talleres vinculados a la escuela genovesa en Cádiz y su Bahía en el primer 1/3 del S. XVIII, desde 1739 se traslada a Santa Fe de Bogotá (Virreinato de Nueva Granada)


En 1749, Pedro Laboira vuelve a Cádiz, aunque no hay obras suyas datadas hasta 1759, colaboró con Torcuato Cayón en la decoración escultórica de la catedral de Cádiz (1776-77), en especial en el efímero “monumento eucarístico” (1779-80) hoy expuesto en la cripta de la seo.


Simeón, yeso y tela encolada, obra de Pedro Laboira, imagen tomada de Herrera García, op. cit.

Laboira, trabajó especialmente la madera y la policromía, encarnado y estofado de las mismas, hasta el San Bruno cartujano, solo conocemos una obra en piedra, la restauración del conjunto de la Virgen de la Peña de Bogotá, siendo esta, una obra única por el material utilizado, aunque en su última etapa de su vida, se le atribuyen algunas obras en piedra realizadas para la catedral de Cádiz.


Laboira, se inspiró para esta escultura en el modelo de la escultura de San Bruno que realizó Manuel Pereira en 1652, para la Cartuja del Paular, hoy depositada en la Real Academia de San Fernando. La obra tras su devolución por el museo gaditano, fue restaurada por el escultor Rafael Barbero.


San Bruno, Manuel Pereira, 1652, imagen tomada de https://www.academiacolecciones.com/esculturas/inventario.php?id=E-018#&gid=1&pid=E-018

El restaurador añadió a la escultura de San Bruno de la cartuja jerezana el brazo izquierdo perdido, parte de un pliegue del hábito en la parte posterior y, adhirió de nuevo la cabeza al tronco, sustituyendo la calavera que portaba en su mano izquierda por una cruz de acero inoxidable.



Siguiendo el modelo del San Bruno que M. Pereira realizó para la Cartuja de Miraflores (aunque este llevaba la cruz en su mano derecha y es una talla en madera policromada). La restauración se realizó gracias a la donación económica de Ms. Alan Foster (Detroit, Michigan, EEUU).


San Bruno, severo y elegante, adelanta la pierna derecha, hacia ese lado, semiflexionada, mostrando parte de la punta del calzado, saliendo del hábito y deja atrasada la izquierda, que también muestra la punta del calzado, mostrando un acusado contraposto y dinamismo.



El brazo derecho flexionado u pegado al cuerpo, lleva su mano a apoyarse sobre el corazón, torciendo el cuerpo, en una espiral que se completa con el giro de la cabeza a la izquierda. El rostro un tanto inexpresivo, mira hacia la cruz (o la calavera en su origen)



El drapeado del hábito del San Bruno: movido, complejo, rígido y ampuloso, genera un contorno para la escultura que carece de espacios vacíos y en el que las posturas de las extremidades favorecen la multiplicidad de puntos de vista y la volumetría.


Es de señalar el naturalismo, presente en el tratamiento de venas y tendones de la mano original existente. La condición impuesta por el museo de Cádiz para la devolución del cuerpo de la escultura a la Cartuja de, que estuviera en un sitio visible al público, explica su ubicación en este patio de la Hospedería, fuera de la clausura.


 

DOCUMENTACIÓN:

UN CARTUJO DE LA DEFENSIÓN: La Defensión de María. Una devoción jerezana. Una aproximación histórica. Servicio Publicaciones Ayuntamiento de Jerez, 2020; Jerez de la Frontera, pp. 35-36

HERRERA GARCIA, F.J.; Pedro Laboria y la teatralidad elocuente en la escultura barroca Bogotana, Universidad de Sevilla recuperada de

https://scholar.google.com.ar/scholar?hl=es&as_sdt=0%2C47&q=XV.-+PEDRO+LABORIA+Y+LA+TEATRALIDAD+ELOCUENTE++EN+LA+ESCULTURA+BARROCA+BOGOTANA++Francisco+Javier+Herrera+Garc%C3%ADa++Universidad+de+Sevill&btnG

2025.06.26                 20:22

 Copyright Manuel Holgado García, 2025.07.04

martes, 3 de junio de 2025

LA PORTADA DE INGRESO A LA CARTUJA DE SANTA MARÍA DE LA DEFENSIÓN, JEREZ DE LA FRONTERA, CÁDIZ

 LA PORTADA DE INGRESO A LA CARTUJA DE SANTA MARÍA DE LA DEFENSIÓN, JEREZ DE LA FRONTERA, CÁDIZ

Esta monumental portada por la que se ingresa al interior del monasterio de la Cartuja Jerezana; tiene dos cartelas con inscripciones situadas sobre las columnas interiores, ya en el arquitrabe, nos indica la de la derecha el autor de la misma, en una inscripción en versales incisas y lengua latina:


“ANDRES D RIBE/RA ME FECID”

Y la de izquierda, en caracteres arábigos, la fecha de su construcción “1571”.

El arquitecto Andrés de Ribera, era natural de Jerez de la Frontera, formado en Salamanca, donde se introduce en el conocimiento de las formas renacentistas. Fue Maestro Mayor de las obras de la ciudad de Jerez, dejándonos obras tanto de carácter religioso, entre ellas la portada de acceso a la iglesia del Convento del Espíritu Santo, la bóveda casetonada del coro del Convento de Santo Domingo, en este ámbito se le relaciona con la realización de la Sacristía de la Iglesia de Santiago.

En el ámbito civil, realizó el edificio del Cabildo Municipal, junto a Bartolomé Sánchez y Diego Martín de Oliva, se le atribuyen también la gran portada del Palacio Riquelme y trabajó en el palacio gótico-renacentista de Ponce de León. También se le atribuye la cruz de devoción, situada en la entrada de la cartuja jerezana.

Andrés de Ribera es un arquitecto renacentista, que se mueve entre el plateresco y el purismo.


La portada de la Cartuja, según el “Informe de La Vega” de 1856, que plantea el lamentable estado de conservación del monasterio, indica que, en ese momento:

“Su estilo de transición del renacimiento al grecorromano... se halla en buen estado, y solo requiere para su conservación de que arranquen los vegetales que han nacido entre los sillares y se tomen las juntas de estos”

Habría que entender que la afirmación de “grecorromana” se refiere a la presencia en ella de elementos propios del vocabulario artístico clasicista. La concepción de la portada y sus elementos constitutivos responde a estilo del renacimiento purismo, quizás sea la obra más propiamente purista de este autor.

La mayor parte de la cartuja jerezana: la traza de la iglesia conventual, del claustrillo, del refectorio, son obras finalizadas en el primer tercio del S. XVI, que se pueden encuadrar en el estilo tardo gótico, del segundo tercio es la incorporación de las columnas de mármol genovés y capitel de pencas de las esquinas del claustrillo, las portada plateresca del refectorio, la portada del muro de entrecoros de la iglesia, en una evolución artística que culmina con la portada del monasterio en el último tercio del siglo, en un estilo claramente renacentista, en el que los elementos decorativos se reducen en extensión  y se simplifican.

Cierto es que, en España, los estilos artísticos europeos llegan con una tardanza de décadas, pero quizás eso hace que esta portada cartujana, refleje no solo la simplicidad y la grandiosidad del renacimiento, sino también la triunfalidad contrareformista de la que la monarquía hispánica de Felipe II, era su mejor difusor.

Concebida como un gran arco del triunfo, está realizada en piedra calcarenita, procedente de las canteras de la Sierra de San Cristóbal (Puerto de Santa María), con algún elemento de piedra martelilla, placas de pizarra negra y elementos de cerámica vidriada.

Este arco del triunfo está flanqueado por dos pilares cuadrangulares y deja en su intradós la portada del monasterio propiamente dicha.


Apoyadas sobre pedestal cajeado, decorado con un rectángulo de sillares salientes en su frontal y con la base más ancha y la transición de la base al pedestal cóncava, encontramos dos pares de columnas adosadas, de orden gigante, con basa, fuste acanalado y capiteles dóricos, que soportan un arquitrabe, algo volado, de tres platabandas, que descansa en los estilóbatos de las columnas y en las ménsulas situadas en los intercolumnios. con un friso de triglifos con gotas y metopas decoradas con medallones y dos bucráneos.


En la metopa del centro del arquitrabe sobre la clave del arco, encontramos el escudo de la monarquía hispánica de Felipe II, cuyos límites sobresalen del tamaño de la metopa.


Sobre el arquitrabe se desarrolla un segundo cuerpo, que remata el conjunto, sobre un pedestal corrido, encontramos en el centro una venera, en su interior y sobre ménsulas con forma de volutas, se apoya una placa con el relieve de Dios Padre, coronado y con la esfera del cosmos en sus manos, este relieve se rodeó de una placa de pizarra negra.

Entre estas ménsulas, decoradas con elementos vegetales en su frontal, se colocó el escudo de religión de la orden cartujana, con los símbolos pasionarios. La concha se recerca con un arco de ½ punto flanqueado con sendas volutas que facilitan el tránsito al pedestal, dejando espacios abiertos. En el frontal del pedestal, hay unos rombos escasamente salientes con óvalos de cerámica en su interior.

A los lados del pedestal corrido hay dos pilares cuadrangulares de la misma altura que el pedestal, pero separados de este, rematados en bolas, cuya verticalidad coincide con las columnas interiores del primer cuerpo. En línea con las columnas exteriores hay otros dos pilares, más bajos. El conjunto se remata con una decoración de bolas, una sobre cada pilar y tres sobre el arco de la venera, en una disposición geométrica, simétrica y descendente en altura,

Grandalla y Zapata, informa en 1885, que:

“La portada se hizo en un principio con un segundo cuerpo, pero quedó demasiado alta y temiendo que se desplomará, se redujo a su á su actual estado”

Sin embargo, no parece que este segundo cuerpo existiera en ningún momento.

Los paños de los intercolumnios se decoran con dos placas de pizarra rectangulares, más altas que anchas, recercadas, con molduras cruciformes separadas de las placas, en las bases de las molduras encontramos sendos óvalos de cerámica vidriada.


En el centro, en línea con el arquitrabe y bajo él hay un gran arco de ½ punto, a modo de arco triunfal, en cuyas enjutas se colocaron los escudos con la heráldica del fundador, asumido como el blasón identificador cartuja jerezana, sobre las dovelas del arco situaron óvalos de cerámica vidriada y en la clave del mismo una ménsula volada.

Descansa el arco sobre una imposta de varias platabandas que se apoya en unas bandas salientes, aunque menos que las columnas, del muro de la fachada, las bandas están recercadas por una moldura y decoradas con semiesferas de barro, hoy desaparecidas, y de las que quedan sus recercados en forma de óculos ciegos como testigos.



A ambos lados de los pares de columnas, hay sendos pilares cuadrangulares sobre pedestal, situados en línea con los muros de los paños interiores de los intercolumnios, decorados en su frontal a media altura con una placa de pizarra negra, rehundida apoyada sobre imposta y en la parte superior con el escudo cartujano en relieve, diferenciado del muro por una imposta, a modo de soporte.


Rematan los pilares, pináculos bulbosos, que permiten que estos elementos exteriores alcancen la altura del arquitrabe.

Los pilares conectan con la portada a través de una tracería pétrea, que deja abiertos vanos rectangulares y óculos ovalados en cuyo interior se han colocado círculos pétreos decorados con semiesferas de cerámica vidriada negra en su frontal.

La verdadera portada esta rehundida, cobijada dentro de este arco triunfal, constituida por dos cuerpos, el inferior, el arco, apoyados sobre bandas similares a las que sostienen el gran arco, e este caso sin decoración de cerámica, sobre sus impostas, se desarrolla el arco de entrada, de ½ punto, decorado en sus dovelas con 5 pares de semiesferas de cerámica en su frente y cuatro en el interior, las enjutas también decoradas con cerámica vidriada.


En el cuerpo superior, es el ático de esta portada, se desarrolla sobre un arquitrabe liso de varias platabandas de distinto saliente, constituido en su base un paño decorado dos óvalos cerámicos. Sobre el que se desarrolla una imposta de línea movida sobre la que se apoyan tres hornacinas flanqueadas por pilastras jónicas, sobre

Las hornacinas laterales se cubren con bóveda de ¼ de esfera y la central con concha avenerada, en ellas se desarrolla el ciclo narrativo de la portada, con tres figuras, en el centro la escultura de la Virgen, a la que guras está dedicado el monasterio, el fundador de la orden cartuja, San Bruno, a su izquierda, y San Juan Bautista, patrono de los eremitas a la derecha. Las figuras de bulto redondo, están muy desdibujada en sus caracteres por la erosión y la pérdida de materiales.


En el tímpano circular que forma este segundo cuerpo de la portada, encontramos tres vanos ovalados abiertos con tracería cruciforme, en su centro con decoración cerámica. El central horizontal y los laterales verticales; desde el central se desarrollan dos volutas decoradas que permiten la transición del óculo al arquitrabe sobre las hornacinas.

Una puerta monumental de nogal (hoy pintada en tono rojizo) y doble hoja casetonada con remaches broncíneos, da acceso al monasterio, en ellas en altura se sitúan sendas aldabas originales del monasterio (que estuvieron depositados en el Museo Arqueológico Municipal hasta la vuelta de los cartujos) con las inscripciones “ANNO DOMINI” (en la aldaba de la derecha) y “1572” (en la de la izquierda).  Encima y en línea con las aldabas encontramos dos cartelas que muestran en el interior de un casetón en relieve superpuesto, el escudo de la cartuja jerezana.





Traspasadas estas puertas se accede a la primera parte del atrio del monasterio, quedando a mano derecha el patio de la Hospedería y la capilla de Caminantes. Desde esta parte del atrio la portada nos ofrece una visión totalmente distinta, el muro isodomo y carente de decoración hasta la altura de la imposta, se engrosa para servir de elemento de descarga, configurando dos bajas bóvedas rectangulares de arco rebajado en los laterales y otra semejante, pero de mayor altura sobre la puerta, por debajo del arquitrabe de la portada rehundida con dos canes laterales.





Los elementos decorativos en el interior de la portada, solo aparecen en el ático, encima de la cornisa que lo diferencia; pilares, volutas y bolas, conforman el exterior de la venera que acoge el relieve de Dios Padre a modo de medica cúpula, la transición hasta la base del ático, se realiza con los mismos elementos (volutas y bolas) y de la misma forma que en frontal.


En la actualidad, la portada demanda una necesaria labor de consolidación y restauración; han desaparecido o se han deteriorado gran parte de los elementos de barro vidriado, las placas de pizarra, los pináculos…; los elementos figurativos se han desdibujado, por la erosión del agua y el viento, sobre la piedra calcarenita, de escasa resistencia a estos agentes. Las vibraciones producidas por circulación de vehículos pesados por la vía cercana, ha propiciado el desplazamiento de la portada hacia el lado izquierdo y hacia delante en su centro, provocando la aparición de importantes grietas.

 

BIBLIOGRAFÍA

ALONSO de la SIERRA, Lorenzo; ALONSO de la SIERRA, Juan; POMAR RODIL, Pablo; MARISCAL, Miguel Ángel: Guía Artística de Cádiz y su provincia, Tomo I: Cádiz y Jerez, Diputación de Cádiz; Fundación José Manuel Lara, 2005.

ARENILLAS TORREJON, Juan Antonio; MARTINEZ MONTIEL, Luis Francisco; AROCA VICENTI, Fernando; BARROS CANEDA, José Ramón:  Intramuros: la Cartuja de Nuestra Señora de la Defensión. Jerez de la Frontera, 2003.

CIRICI NARVÁEZ, J. R.: “El informe de La Vega” Situación y estado de la Cartuja de Jerez en el año 1856., Revista Historia de Jerez nº2, Jerez, 1996.

CORZO SÁNCHEZ, Ramón: “La Cartuja de Jerez”. Vol. 1, n° 2. Enciclopedia Gráfica Gaditana. Caja Ahorros de Cádiz, 1985.

DE GRANDALLA Y ZAPATA, L.: Noticia histórico-artística de algunos de los principales monumentos de Jerez, Jerez, 1885. Reeditado: B.U.C., Jerez, 1989.

ESTEVE GUERRERO, M. Notas extraídas del protocolo primitivo de la fundación de la Cartuja jerezana, Jerez, 1934.

GUTIÉRREZ DE QUIJANO Y LÓPEZ, P.: La Cartuja de Jerez, Jerez, 1924.

LÓPEZ CAMPUZANO, Julia: La Cartuja de Jerez, Ed. Caja de San Fernando, Sevilla y Jerez, 1998.

 

Copyright Manuel Holgado García, 2025.06.03

domingo, 20 de abril de 2025

PINTURAS DE ZURBARÁN PARA LA CARTUJA DE JEREZ, (1ª PARTE)

 PINTURAS DE ZURBARÁN PARA LA CARTUJA DE JEREZ, (1ª PARTE)

Entre 1636 y 1640, Francisco de Zurbarán realizó la serie pictórica destinada a la cartuja de Santa María de la Defensión de Jerez de la Frontera, en Cádiz, con ella se decoró el altar mayor en la actualidad desaparecido y cuya traza se debe a Alejandro de Saavedra, la decoración escultórica un apostolado obra de José de Arce y seis grandes lienzos con escenas del ciclo de la Navidad, una representando el “Éxtasis de San Bruno” y una pintura de tipo histórico-religiosa, la “Batalla de Jerez” que justificaba la elección de ese lugar para la edificación del monasterio.



Otros lienzos de menor tamaño con la representación de cada uno de los evangelistas, además de otros dos representando a “San Lorenzo” y “San Juan Bautista”, respectivamente, completaban el monumental retablo.


Tras el retablo, se situaba la capilla del Sagrario, en cuyo pasillo colgaban 8 lienzos de santos cartujos y otros dos representando a sendos ángeles turiferarios.


En muro de entrecoros, al lado izquierdo de la portada de entrecoros, se situó una representación de la Virgen del Rosario con dos cartujos”.


La serie pintada por Francisco de Zurbarán, para la cartuja jerezana, fue pues de 23 lienzos, lamentablemente ninguno de ellos está ubicado actualmente en este monasterio. Diversas vicisitudes históricas, hicieron que esta impresionante serie, hoy se encuentre desperdigada por museos de diferentes países, en un proceso que comenzó a inicios del siglo XIX, con la invasión francesa y cuando los monjes tuvieron que huir abandonando la Cartuja y esta fue ocupada por una guarnición del ejercito galo.


Cuando paseo por sus espacios, acompañando a visitantes y turistas, no puedo más que sobrecogerme e imaginar cómo sería poder contemplar juntas, tal cantidad de obras de este genial pintor barroco. En la actualidad, solo dos reproducciones de ellas se exhiben en la Cartuja jerezana, una de la “Batalla de Jerez” en el retablo mayor, obra de Juan de Oviedo y de la Bandera, realizado entre 1619 y 1629, reubicado en el monasterio y que procede del monasterio de Nuestra Señora de la Merced de Sanlúcar, que fue donado por la Duquesa de Medina Sidonia en 1968, y otra del “Éxtasis de San Bruno” en una de las paredes de la sala del capítulo de legos.


Varios historiadores del arte, han planteado cual sería la distribución de los lienzos en el retablo, el apostolado, después de ser restaurado, se encuentra en la catedral de Jerez, y su estructura arquitectónica de madera dorada, tras retirársele el pan de oro, fue vendida para como madera para ser utilizada como leña de un horno de fabricación de pan. He optado por utilizar para mostrar la ubicación, la reconstrucción que hizo el profesor E. Valdivieso, uno de los grandes estudiosos de la obra de Zurbarán, con G. Martínez del Valle.


Realizo en esta entrada un recorrido por los seis grandes lienzos del retablo mayor, dejando para otro momento los lienzos de menor tamaño, los de la capilla del Sagrario y el ubicado en el muro del coro de legos.

 

LA BATALLA ENTRE CRISTIANOS Y MOROS EN EL SOTILLO – LA BATALLA DEL SOTILLO o DE JEREZ  

Metro­politan Museum of Art, Nueva York 

 

Realizado por Francisco de Zurbarán entre 1636-1639

Óleo sobre lienzo, de 335X191 cm

 


ORIGEN E HISTORIA EXTERNA:


En un primer momento debió estar situado en el retablo del altar mayor de la iglesia monacal de la Cartuja de Santa María de la Defensión, en el primer cuerpo y en la calle central del mismo.


Parece que, por tratarse de una representación de batalla, hacia 1670. se trasladó al retablo derecho del muro pantalla que separaba el coro de legos del coro de padres de la ciudad iglesia.


En 1810, el cuadro fue trasladado al palacio del Principe de la Paz y en 1813, al Museo de Napoleón en Francia, siendo devuelto en 1815 y depositado hasta 1824 en la Real Academia de San Fernando en Madrid, aunque aparece en el catálogo de la Cartuja Jerezana en 1835, fue subastado junto a otras obras en 1836, comprado por el barón Taylor para Luis Felipe de Orleans, y expuesto en la Galería Española e Luis Felipe, tras su destronamiento en la revolución del 1848, fue adquirido en una subasta en Londres (Christie 7/5/1853) por Henri Labouchére (barón Tauntón) pasando a formar parte de su colección hasta que sus herederos en 1920 la vendieron al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.


TEMA Y COMPOSICIÓN:


El motivo representado, hace referencia a la batalla del Sotillo o de Jerez (1368) entre tropas del rey castellano Pedro I y los musulmanes, la cual la cual, según la devota tradición concluyó con el triunfo de los cristianos por la intercesión de la Virgen, que iluminó el cielo dejando a los emboscados musulmanes del descubierto. Sobre este terreno, se erigió una ermita que se mantuvo en la construcción de la Cartuja en el S, XVI y sobre la cual se construyó la actual Capilla de los Caminantes de la Cartuja, y que aparece en el centro del cuadro. La batalla aparece en un segundo plano, indicada por mano derecha del lancero mostrado en un primer plano, de pie, piernas separadas, bello rostro iluminado en la mitad izquierda, desde un foco de luz, procedente del exterior de la pintura, cubre su cabeza con sombrero de fieltro y porta una lanza (una pica, quizás) en su mano izquierda. Sobre el ondulado paisaje de fondo, con tonos azulados y verdosos, resaltan las ramas arbóreas de la derecha, Abajo en el ángulo inferior izquierdo, otro lancero, con su rostro más oscuro, a la izquierda del lancero principal otros, con las lanzas en perpendicular a las del primero, generando una representación en aspa.

 

En la parte superior del cuadro se sitúa el rompimiento de gloria, con la Virgen sentada sobre nubesy el Niño, sobre sus rodillas y sostenido por sus dos manos, rodeados de ángeles, de este rompimiento emana la luz dorada que ilumina la escena de la batalla.


María es representada muy joven, y lleva largo y suelto su rubio cabello. Porta una corona imperial y viste un manto azul sobre una falda rosa-violácea y una camisa malva claro.


Zurbarán, aunque hay otras diversas teorías, para esta obra quizás se inspiró en la “batalla de moros y cristianos” de Antonio Tempesta mostrando los dos jinetes de espalda, en un primer plano y la batalla propiamente dicha en un segundo plano, la disposición de las figuras y los escorzos inverosímiles de  equinos y jinetes, sin duda sirvieron a Zurbarán, a partir de esta estampa como elemento inspirador para mostrar la capacidad de movimiento en este conjunto.

 

SAN BRUNO EN EXTASIS

Museo de Cádiz

Realizado por Francisco de Zurbarán entre 1637-1639

Óleo sobre lienzo, 342x195 cm


ORIGEN E HISTORIA EXTERNA:


Debió estar situado en el centro del segundo cuerpo del Retablo Mayor.

Según el inventario de los bienes de la Cartuja de 1820 y 1835, donde había sido devuelto tras su paso por el museo de Napoleón en Paris y por la Academia de San Fernando de Madrid, este lienzo se situaba en el centro del segundo cuerpo del Retablo Mayor, aunque Ponz y Ceán, lo ubicaba en la sacristía del monasterio, junto al perdido San Cristóbal. Tras la desamortización, pasó a formar parte del museo de Cádiz, desde 1835.

TEMA Y COMPOSICIÓN:

El autor divide la composición en dos ámbitos, el celestial (en la parte superior) y el terrenal en el que se representa al santo de pie (sorprendido por una luz sobrenatural) y de frente al espectador, con el cuerpo girado muy ligeramente hacia la izquierda, en un suave movimiento que realza su monumental figura hacia el espacio celestial. Viste la túnica blanca propia de la Orden Cartujana.

Tiene el brazo derecho levantado sujetando con fuerza un Crucifijo; el otro, lo eleva tan sólo un poco y abre la mano de forma expresiva. La postura de ambos brazos se resuelve de forma equilibrada, de manera que se establece una clara línea diagonal desde una mano a la otra.

Dirige su mirada hacia el ámbito celestial, iluminado por una preciosa luz dorada donde hay dos ángeles sosteniendo una corona de flores, para la representación de estos, Zurbarán se inspiró, por alguna estampa, en los modelos que Rubens realizó en para su Asunción de la catedral de Amberes. A un lado y otro de este espacio, delimitado por la curva de medio punto del lienzo, hay varias cabecitas de querubines.

En el ámbito terrenal se representa a la izquierda del santo un sillón tapizado de rojo y, al otro lado, una mesa sobre la que reposa una calavera y, apoyada en ésta, un gran libro abierto.  

A sus pies, la mitra y el báculo, símbolos del episcopado rechazado por el fundador de los cartujos.

Detrás de la mesa, dos fustes de columna de tamaño colosal y, al otro lado, un fondo de paisaje rocoso y, entre algunos arbustos, una pequeña ermita, paisaje que César Pemán señala que corresponde probablemente a la ribera del Guadalete y en ella la ermita de la Defensión, donde luego se instaló la Cartuja jerezana.

El gesto que expresa San Bruno es corriente en los santos en éxtasis de Zurbarán, Cesar Pemán indica que “el santo parece exhalar un suspiro o cántico”

LA ANUNCIACIÓN

Museo de Grenoble, Francia

Realizado por Francisco de Zurbarán entre 1637-1639

Óleo sobre lienzo, 261x175 cm

 


ORIGEN E HISTORIA EXTERNA:

Este lienzo estuvo  situado en la calle lateral izquierda, en el primer cuerpo del Retablo Mayor, aparece  en el inventario de los bienes de la Cartuja de 1820 y 1835, donde había sido devuelto tras su expolio en 1810 y su paso por el depósito del Rosario de Madrid (1810-13) y  por la Academia de San Fernando de Madrid (1819-24), tras la desamortización estuvo en la Academia de Bellas Artes de Cádiz (1835-37), subastado  en 1837 pasó en 1838 a la “Galerie espagnole”, de Luis Felipe de Orleans; en 1853 tras ser subastado es adquirido por el Duque de Montpensier y expuesto en el palacio de San Telmo, hasta 1897, pasando al Palacio de Villamanrique de la Condesa, colección de la condesa de París, 1897-1900; y finalmente adquirido en subasta por el coronel de Beylié en mayo de 1901, que lo donará al Museo de Grenoble en junio de ese año.

TEMA Y COMPOSICIÓN:

Representa la escena de la Anunciación, con la Virgen (a la derecha) y el ángel Gabriel (arrodillado a la izquierda), en un primer plano en una habitación oscurecida, con dos vanos en el fondo que permiten ver un paisaje arquitectónico.

Divide el lienzo en dos ámbitos, el terrenal en la parte baja del mismo y en el celestial que ocupa unas 2/5 partes en la zona alta, el paisaje arquitectónico se incrusta en ese ámbito celeste, a la derecha una columna sobre pedestal, del que se puede observar su parte superior, la basa de la columna y la parte inferior del fuste, sirviendo de elemento de transición entre ambos ámbitos.

Ese paisaje, un tanto esbozado, se representa en perspectiva oblicua, y en tonos más claros, casi blancos en el vano central, y ocres en el lateral derecho.

Los rostros de la Virgen y el Ángel se muestran de frente, iluminados desde la izquierda, María extiende su brazo derecho semiflexionado con mano abierta hacia arriba, en señal de aceptación y lleva la izquierda a su pecho. El ángel cruza las manos sobre el pecho. El rostro de la Virgen erguido, se muestra reposado, meditativo emana la gran dignidad que se le ofrece, contrasta con la actitud reverencial del ángel, que es mirado por Ella. Zurbarán en ambas figuras muestra su capacidad para trasmitir la intensidad de los sentimientos de los personajes.

El decorado es austero, en el ángulo inferior izquierdo un cesto de labor con ropa, sobre el atril un libro abierto, encima de dos cerrados y en el centro un jarro de azucenas (símbolo de la pureza) que sirve de base a la composición romboidal, en cuyos vértices intermedios se colocan los rostros de los personajes y en el superior la paloma del Espíritu Santo, ya en el espacio celestial.


En el rompimiento de gloria, la paloma del Espíritu se flanquea por una corte de ángeles, sobre nube terrosas que observan la escena, los dos ángeles de la derecha, conversan, uno con las manos unidas en oración mientras el otro le muestra la escena.

El tratamiento de la luz es armónico, y equilibrado en la distribución de las sombras; así como el colorido, intenso y variado, en los que los tonos utilizados en los paños, conforman un amplio y suave drapeado, así con el nimbo blanco que rodea a la paloma del Espíritu va transformándose en amarillo intenso y dorado.

Zurbarán se inspiró para representar la escena en un grabado de Gerard de Jode en el Thesaurum  Sacrarum Historiaum (1579) y relacionada con la Anunciación de Antonio Mohedano, de la iglesia universitaria homónima de Sevilla, en la postura y posición de las manos de María. En la representación del ángel, de rodillas y en actitud reverencial, y en la situación de María de rodillas, ante el bufete (pupitre) con libros, sigue la propuesta de Francisco Pacheco.

 

 

LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES

Museo de Grenoble, Francia

Realizado por Francisco de Zurbarán entre 1638; aparece firmada y datada en una cartela, en el ángulo inferior derecho.

 

Óleo sobre lienzo, 267x185 cm


 

ORIGEN E HISTORIA EXTERNA:

Este lienzo estuvo situado en la calle lateral derecha, en el primer cuerpo del Retablo Mayor, aparece en el inventario de los bienes de la Cartuja de 1820 y 1835, donde había sido devuelto tras su expolio en 1810 y su paso por el Museo de Napoleón (1813-15), y por el Museo Real de Madrid (1815-16), el monasterio de Santa María del Paular (1817-19) y la Academia de San Fernando de Madrid (1819-24). Tras la desamortización siguió la misma suerte que el lienzo de la Anunciación antes comentado.

TEMA Y COMPOSICIÓN:

La escena representa el momento de la adoración de los pastores al Niño, se estructura en dos planos, el celestial en el tercio superior del lienzo, y los 2/3 restantes, el plano terrenal, que compone a partir de dos triángulos uno dentro del otro, en el interior La Virgen y San José ocupan la mayor parte del centro y los pastores se sitúan a derecha e izquierda, algunos en segundo término, formando los lados del triángulo mayor. Esta organización de los personajes, permite central la visión del espectador en el elemento clave de la escena, el Niño Jesús.

En la base, dos naturalezas muertas, que muestran el dominio del pintor en la representación de las mismas el cántaro y el cesto de huevos.

Quizás sea este lienzo de todos los del retablo en el que el tenebrismo se hace más patente, sobre un fondo oscuro resaltan las figuras iluminadas desde el ángulo superior izquierdo de este plano terrenal, que permite observar el rostro de la Virgen, parte del de San José y el cuerpo del Niño, del que la Madre levanta las mantillas. Los pastores, en diversas posturas, miran al Mesías, conversan entre sí o ríen.

El naturalismo, se hace presente en los rostros de los pastores y de San José, que contrasta con la serenidad y delicadeza del de la Virgen.

A la izquierda don ángeles, uno de ellos cantor con un libro y otro con un instrumento musical, sirven de transición al plano celeste, junto con el pilar situado en el centro de la composición, un rompimiento de gloria donde unos niños agrupados leen mientras un ángel a la derecha toca el arpa.

A pesar de la casi ausencia de un paisaje que enmarque la escena, la gradación de colores y el uso de la luz, genera una perfecta sensación de volumen y perspectiva.

En que fuentes se inspiró Zurbarán para realizar esta obra, sigamos aquí las tesis de:

Martín Sebastián Soria, quien afirma que en el plano celestial, hay un “vago recuerdo” del “Éxtasis de Santa Cecilia” de Rafael de Urbino, en la disposición de los niños y la lectura de un libro.


Paul Guinard subraya las relaciones con las Adoraciones de los pastores de Juan del Castillo (Museo Bellas Artes de Sevilla) realizada entre 1634-36 y de Pablo Legot (altar de la iglesia Santa María de Lebrija), realizada hacia 1634.


Benito Navarrete, relaciona este Zurbarán  con la “Adoración de los Pastores” del museo de Córdoba, fechada hacia 1630, y atribuida a José Ruiz Sarabia, así como indica que pudo estar influida por un modelo napolitano, existente en la National Galery de Londres, sin autor conocido, y procedente de Sevilla (atribuido quizás al mismo Velázquez, a Alonso Cano e incluso a Murillo), muy relacionada con las copias del mismo tema ubicada en el Hospital del Pozo Santo, indicando la presencia de un cordero en un primer plano en la parte inferior del lienzo.


También señala Navarrete la influencia de Guido Reni, en el plano celestial, en el rompimiento de gloria, en la que los niños cantores se realizan siguiendo el modelo en la obra de la Asunción de la Virgen del Museo del Prado.

 

LA CIRCUNCISIÓN 

Museo de Grenoble, Francia

 

Realizado por Francisco de Zurbarán entre 1638 y 1640

Óleo sobre lienzo, 263x175 cm

 


ORIGEN E HISTORIA EXTERNA:


Este lienzo estuvo situado en la calle lateral derecha, en el segundo cuerpo del Retablo Mayor, aparece en el inventario de los bienes de la Cartuja de 1820 y 1835, donde había sido devuelto tras su expolio en 1810, siguiendo posteriormente el mismo proceso e itinerario del lienzo de la Adoración de los Pastores comentado anteriormente.


TEMA Y COMPOSICIÓN:


La escena representa el momento de la Circuncisión de Jesús, tras la presentación en el Templo por parte de sus padres, momento en el que Simeón lo reconoce como el Mesías prometido.


La escena en primer plano, se desarrolla ante una columna sobre pedestal, en los laterales se colocan otras dos columnas incompletas, El Niño Jesús, moviéndose, se sitúa desnudo en el centro de la composición, sobre una especie de altar, sostenido por el sumo sacerdote, que viste de azul oscuro y tiene sus manos veladas por una estola violeta. El mohel (persona que lleva a la practica el rito de la circuncisión), que lleva a cabo la intervención, lleva también un fastuoso indumento. A las ricas vestiduras de estos dos sacerdotes se contraponen los sencillos vestidos de los acólitos, algunos con gorro frigio.


Delante del altar, se coloca un joven acolito que porta una bandeja con una jarra ataviado también coloridas vestiduras y que mira al espectador mientras con su mano izquierda lo introduce en la escena. San José queda en el lado derecho del cuadro, en un segundo plano, en actitud de recogimiento.


Las cabezas de los personajes, situadas a la misma altura, se organizan en un círculo, en cuyo centro se coloca el pedestal de la columna.


Al fondo una columnata clásica, formada por arcos de ½ punto, y columnas adosadas a los pilares, soportan un pretil abalaustrado, tras ella un paisaje urbano formado por edificios en una correcta perspectiva diagonal, que enlaza la diagonal del cuerpo del Niño.


La luz se proyecta sobre Jesús, siguiendo la diagonal contaría a la de la posición de su cuerpo, creando iluminando rostros y ropajes, en una cierta penumbra, que contrasta la intensidad lumínica del fondo del lienzo.


El colorido de este lienzo es menos intenso que el de los otros del retablo, predominando los blancos, grises y verdes, con algunos retazos de rojo y ocre.


Martín Sebastián Soria indica la influencia de Ribera en los rostros de los dos ancianos Ribera y en la calidad técnico cromática de los vestidos en recuerdo del arte flamenco


Benito Navarrete, indica que Zurbarán se inspiró para este cuadro en una estampa de Jesús en la Cruz, de la “Pequeña Pasión” de Alberto Durero, adoptando del personaje que en la derecha del grabado porta una lanza, sus ropajes, gorro y cambiando la lanza por una vela. También pudo haberse inspirado en la estampa del Padre Nadal, para el esquema general de la obra, la presencia de un acólito en primer plano que porta la jarra y el Sumo Sacerdote que circuncida a Cristo.

LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS

Museo de Grenoble, Francia

Realizado por Francisco de Zurbarán entre 1638-39;  

Óleo sobre lienzo, 263,5 x175 cm

 


ORIGEN E HISTORIA EXTERNA:

Este lienzo estuvo situado en la calle lateral izquierda, en el segundo cuerpo del Retablo Mayor, aparece en el inventario de los bienes de la Cartuja de 1820 y 1835, donde había sido devuelto tras su expolio en 1810 y haber seguido la misma historia externa que la “Adoración de los Pastores” antes de la desamortización, tras ellas su historia externa es idéntica además de las obras de “la Anunciación”, “la Circuncisión” ya comentadas.

TEMA Y COMPOSICIÓN:

Representa el tema de la Epifanía, recogido por San Mateo (Mt. 2:1-12), concretado por los evangelios apócrifos y la tradición, representa a tres reyes, haciendo referencia a las tres partes del mundo entonces conocidas y a las tres edades del hombre.


El pintor concibe la escena, en dos planos divididos por una diagonal, el primer plano con la Virgen (a la derecha) que sostiene sobre su regazo al Niño y que recibe la adoración del Rey Melchor, ante el regazo de María se coloca en el suelo el presente ofrecido, en una vasija dorada.



En el segundo plano se colocan el resto de personajes, delante de una arquitectura clásica en la que sobresale el pilar situado en el centro, tras el Rey Gaspar, al fondo continua el paisaje arquitectónico iluminado con luces blancas y cubierto de nubes.


Melchor es representado, como un anciano, casi sin pelo y largas barbas blancas, ataviado con una rica túnica adamascada, con ribete de perlas y un cuello de armiño, ha dejado el turbante junto a la vasija que contiene su regalo; el Niño se inclina hacia el abriendo las manos y tocando su rostro. Gaspar, de pie, se representa como un joven con cierto aire marcial, viste una armadura de cuero y cubre su cabeza con un casco militar (quizás en referencia al rey castellano Fernando III) y Baltasar, es representado como un hombre maduro de color, también de pie, que sostiene con su mano su presente y cubierto con un turbante.


El resto de los personajes, se representan de forma incompleta, así a la izquierda, un niño recoloca la túnica de Melchor, mirando fijamente el momento de la adoración, los colocados tras Baltasar y Gaspar, sonríen y asisten desde la penumbra a la escena.


Contrasta la riqueza representada en los ropajes de los Reyes y las joyas que portan, con la simplicidad y sencillez de los vestidos de la Sagrada Familia, que es representada de forma escalonada, apareciendo San José, como un hombre joven, de pie, en la penumbra y en un segundo plano.


La vitalidad del Niño, su movimiento, contrasta con la postura erguida de la Virgen, de bello y sereno rostro, pero grave. El blanco del vestido del Jesús, resalta sobre los tonos violáceos y azulados de vestido y manto de María, en la que el foco de luz situado a la izquierda y que ilumina de forma intensa a Jesús y el rostro de María, genera múltiples matices cromáticos. 


Zurbarán, sigue la iconografía tradicional del tema, Paul Guinard relaciona este cuadro con el lienzo de la Epifanía pintado por el pintor madrileño de origen italiano Angelo Nardi en 1619, para el Convento Cisterciense de las Monjas Bernardas de Alcalá de Henares, Madrid.


Benito Navarrete afirma que el pintor utilizó la estampa de Philippe Galle, Amán favorito del Rey, de 1559, tomando el tratamiento de las vestiduras, los detalles de orientales de estas, detalles como el plumero que remata la corona o la postura del rey Gaspar, tomada de esa estampa, pero invirtiendo la diagonal.

 

DOCUMENTACIÓN:

 

FRATI, TIZIANA: La obra pictórica de Zurbarán, Ed. Planeta, Barcelona, 1988, pp. 248-249


NAVARRETE, BENITO: “Aportaciones a los Zurbaranes de la Cartuja de Jerez”, en Zurbarán : estudio y conservación de los monjes de la Cartuja de Jerez, pp. 19-57, Ed. Ministerio de Educación y Cultura (Uruguay), 1998

https://www.metmuseum.org/art/collection/search/437969

2025.04.20                 11:34

https://www.museosdeandalucia.es/web/museodecadiz/acceso-a-fondos

2025.03.09                 16:00

https://www.museedegrenoble.fr/2310-francisco-de-zurbaran.htm

2025,03.12                        18:06

https://www.museedegrenoble.fr/oeuvre/492/1922-l-annonciation.htm

2025.03.09                 19:32

https://www.museedegrenoble.fr/oeuvre/495/1922-la-circoncision.htm

2025.03.09                 19:32

https://www.museedegrenoble.fr/oeuvre/494/1922-l-adoration-des-mages.htm

2025.03.09                 19:32

https://www.navigart.fr/grenoble/artwork/francisco-de-zurbaran-l-adoration-des-bergers-60000000005610/note/1555

2025.04.20                 11:34

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