EL RETABLO DE SANTO DOMINGO EL ANTIGUO (TOLEDO),
EXPOSICIÓN TEMPORAL EN EL MUSEO DEL PRADO, EL GRECO.
Contemplar
semejante conjunto de obras, me permitió reflexionar una vez más sobre la
pintura de Doménikos Theotokópoulos, ese cretense que, tras pasar por Italia,
vino a España, esperando colocar sus obras en el Monasterio de San Lorenzo del
Escorial y trabajar para la corte de Felipe II:
El
Greco es la personalidad más importante de la pintura española en el siglo XVI.
Se formó junto a Tiziano y Tintoretto. Viajó a Roma y llega a España hacia el
1577, afincándose en Toledo. Nada más llegar a ella recibió dos encargos “El
Expolio” para la catedral toledana y los tres retablos del convento de monjas
cistercienses de Santo Domingo el Antiguo, y que desde 1579, contaba con una
nueva iglesia de estilo renacentista patrocinada por Dª María de Silva
(1513-75) (dama de la emperatriz Isabel, esposa de Carlos V) y por D. Diego de
Castilla (1507-84), deán de la catedral, que serán enterrados en la misma.
El
encargo supuso además el diseño del retablo mayor y de los dos laterales para los
muros frontales del antepresbiterio, con la condición además de que todas las
obras fuesen realizadas por la mano del Greco, exclusivamente, que concluyó la
obra en 1579.
En
ese momento el Greco es un pintor maduro y su estilo es una suma de elementos
que derivan de su formación en Grecia, Italia y de la religiosidad y misticismo
de la España en que vivió.
No
fue un pintor de Reyes ni de cortesanos, pero sí fue un pintor muy popular y
esto lo acredita la gran cantidad de obras suyas conservadas.
Así:
Rompe
con el dibujo, pinta a base de pinceladas certeras y manchas, siguiendo a los
venecianos.
Sacrifica
la anatomía y la proporción en beneficio de la expresión que en él adquiere un
valor fundamental. Esto le lleva a alargar las proporciones recordando al
manierismo que él remodeló a su manera.
Utiliza
formas inestables, colores ideales y una profunda luminosidad para obtener un
efecto de lejanía intangible. El Greco busca lo infinito, su pintura está por
encima de la realidad.
El
Greco fue ante todo un místico por eso comunica en sus cuadros una vibración
luminosa Sus cuadros parecen soñados por el pintor. En sus últimas obras
acentúa el alargamiento de las figuras, las formas se esfuman en un esfuerzo de
espiritualizar las figuras.
De
su formación cretense, que en el fondo es bizantina, destaca el simbolismo de
las figuras.
En
Venecia, aprendió la ciencia del color y de la luz (él mismo confesó ser
discípulo del Tiziano, el colorido del Veronés, la composición de los Bassano,
el dramatismo y la tensión del Tintoretto) el empleo de los colores (azules,
carmines, verdes, amarillos, blancos) de gamas preferentemente frías.
De
su estancia en Roma, aprendió las estudiadas composiciones, el movimiento
serpentino de Miguel Ángel y el alargamiento y estilización de las figuras
según el gusto manierista
El
retablo mayor se organizó en torno a una tela de gran tamaño con el tema de La Asunción, situada en el cuerpo principal
y la calle central, a la que se subordinaron el resto de las pinturas los
cuatro santos de las calles laterales –san Juan Bautista, san Juan Evangelista, san
Bernardo y san Benito–
y, en el cuerpo superior, La Trinidad.
Años
después de inaugurarse la iglesia, un escudo de armas realizado sobre madera
que se situaba sobre la pintura de La
Asunción de la calle central fue cubierto con la Santa Faz,
obra igualmente del Greco.
El
Greco fue un pintor en cierta manera olvidado y minusvalorado, hasta que Manuel
Bartolomé Cossio, publicó en 1908, un estudio sobre su obra y personalidad.
El
retablo mayor situado en la iglesia conventual de Santo Domingo, diseñado por
el Greco, de estilo clasicista, está realizado en madera dorada, tiene banco,
dos cuerpos, y tres calles, la central el doble de ancha que las laterales, dos
columnas adosadas corintias flanquean la calle central y dos pilastras, del
mismo orden, con fustes acanalados. Sobre ellas un friso decorado con vides y
rosetas. Este cuerpo acoge cinco lienzos rectangulares de diferentes tamaños.
Remata el cuerpo principal, un medallón con una pintura sobre madera, sostenida
por dos puttis (este conjunto es obra del escultor castellano, Juan Bautista de Monegro), que en tiempos representó el escudo de armas de D. Pedro de
Castilla (patrocinador de la obra) y que luego el propio Greco, sustituyó por
la representación de la Santa Faz. A ambos lados, dos pedestales, sobre el
entablamento, situados encima de las pilastras, soportan sendas tallas de
profetas.
El cuerpo superior, más parco en la decoración y más estrecho, acoge solo un lienzo, sobre el frontón se sitúan las tallas de las virtudes teologales.
Retablo de la
Resurrección, Santo Domingo el Antiguo. Imagen tomada de https://www.wmf.org/projects/santo-domingo-el-antiguo
También
diseñó el Greco, los dos retablos laterales, también clasicistas, de madera
dorada. En ambos, flanquean la pintura, sendas columnas corintias, con el 1/3
inferior del fuste con doble acanaladura, el resto con acanaladura simple,
friso convexo decorado con escamas, que soportan un frontón triangular con
tímpano rehundido liso.
Desde
1979, los retablos mantuvieron las 9 pinturas originales realizada por el
Greco, sin embargo, actualmente solo se mantienen 3 de ellas.
Comento
a continuación las peripecias de estas obras:
La Asunción, 1577-79. Óleo sobre lienzo, 403,2 x 211,8 cm. Chicago,
The Art Institute of Chicago. Gift of Nancy Atwook Sprague in memory of Albert
Arnold Sprague. 1906.99.
Esta obra fue comprada por el infante Sebastián Gabriel de Borbón, en 1830, que además sufrago una copia de la misma para colocarla en su lugar. La Asunción participó en la primera exposición sobre el Greco, celebrada en el Museo del Prado, en 1902, en 1904 fue vendida en la galería Durand-Ruel de París, a Nancy Atwood Sprague, quien la donó The Art Institute of Chicago en memoria de su esposo Albert Arnold Sprague.
Es la central del retablo, representado
la ascensión de María a los cielos auxiliada por un grupo de ángeles. La Virgen,
vestida con túnica azul y reflejos blancos, se sitúa sobre el creciente de
luna, en el ámbito celestial de la obra, abajo en el ámbito terrenal se
representa la tumba abierta rodeada por los apóstoles con actitudes reposadas y
rostros mesurados. La diferencia entre el ámbito terrenal y el celestial, no
aparece muy marcado, los pies de la Virgen y la luna se sitúan cercanas a las cabezas de
los apóstoles.
El de la derecha con un libro,
sobre el que se apoya la cartela con la firma, representa a San Pedro, y el que
se coloca detrás, a su derecha con la mano dirigida hacia María, representa a
San Pablo.
La Trinidad. Óleo sobre lienzo, 300 x 179 cm 1577-79. Museo del
Prado
Esta obra fue comprada también en 1830, por el escultor Valeriano Salvatierra, que en 1832 la vendió a Fernando VII, con destino al Real Museo.
Colocada en el ático del retablo,
representa a la Santísima Trinidad, en forma de una Compassio Patris (Piedad
Masculina), Dios Padre, revestido como un sacerdote del Antiguo Testamento,
cubierto con una mitra bicorne, alba y manto, simboliza el ofrecimiento y la aceptación
por parte de Dios del sacrificio del Hijo (que es representado sin las huellas
de la pasión) para la salvación de la humanidad. La paloma blanca sobre las
cabezas del Padre y del Hijo, representa al Espíritu Santo (Doña María de
Silva, patrona de la iglesia sentía una gran devoción a la Trinidad).
Representa a las figuras con un fuerte carácter escultórico, dotando a Cristo
de una poderosa anatomía con influencias miguelangescas.
San Juan Bautista. Óleo sobre lienzo, 212 x 78 cm 1577-79 Toledo,
Comunidad Religiosa de Santo Domingo "El Antiguo"
Situada en su ubicación original, en la parte inferior de la calle derecha del retablo.
El Greco, representó al Precursor,
como un asceta, demacrado, vestido con una piel de camello, de pie, barbas y
cabellos descuidados, que sostiene con el brazo izquierdo una fina cruz de
caña, y señala con el dedo índice de la mano derecha el tabernáculo situado en
la mesa de altar del retablo.
El lienzo carece de referencias paisajísticas,
y la figura se coloca delante de unas manchas de color, a modo de un abstracto
celaje que deja la figura del Bautista como si fuese una escultura más que una
representación pictórica.
San Juan Evangelista. Óleo sobre lienzo, 212 x 78 cm
1577-79 Toledo, Comunidad Religiosa de Santo Domingo "El Antiguo"
Situada en su ubicación original, en la parte inferior de la calle izquierda del retablo.
El Greco, representó San Juan
Evangelista, con un libro abierto en sus manos y al evangelista absorto en su
lectura, como un anciano, de larga y blanca barba y complexión corpulenta,
ataviado con una túnica azul y manto carmesí. Prescinde también en este lienzo,
de referencias paisajísticas, dejando el
fondo con manchas azuladas, tonos blancos y grisáceos.
San Bernardo. Óleo sobre lienzo, 116 x 79,5 cm 1577-79. State
Hermitage Museum, San Petesburgo.
Comprada por el Infante Sebastián, fue vendida en 1890 por su hijo, pasando por diversos propietarios, fue depositada en 1943 en la Nationalgalerie de Berlín, expoliada a final de la 2ª Guerra Mundial, por los soviéticos, está depositada en el Museo de Ermitage. Es la única obra del conjunto que no está presente en la muestra.
San Bernardo de Claraval
(1090-1153), fue el fundador de la orden cisterciense, representado de forma
sobria, un hombre de edad madura, con el báculo abacial en la derecha y un
libro en la izquierda, el foco de luz se sitúa a la derecha iluminando esa parte
del rostro del santo, representado de medio cuerpo, en una composición
triangular sobre un fondo oscuro.
San Benito. Óleo sobre lienzo, 116 x 81 cm, 1577-79. Museo del
Prado.
San Benito de Nursia (480-547) fue
el fundador de la orden benedictina a la que pertenecía el monasterio toledano.
Representado como San Bernardo, de medio cuerpo y con la misma composición triangular,
mira como él al espectador.
Se le representa como una hombre
mayor, aspecto ascético y hábito negro, sosteniendo en la mano izquierda el
báculo abacial y con la derecha parece señalar la composición de la Asunción, tema
central del retablo, y el tabernáculo.
Sirven de fondo manchas de color, anaranjado y azul agrisado y azul verdoso, estas últimas, a modo de grandes brochazos, rodean la cabeza del santo, resaltándola, y contrastando con las delicadas y pequeñas pinceladas que conforman la cabeza, las manos y el báculo.
La Santa Faz. 1584-90, Óleo sobre tabla, 67 x 46 cm (conjunto: 130 x 170 cm). Colección particular.

La representación de la Santa Faz
de Cristo impresa sobre el paño de la Verónica, es la única pintura del retablo,
realizada sobre madera, realizada posteriormente, al menos un lustro después,
para sustituir al escudo de armas de D. Diego de Castilla, realizado con una
pincelada más suelta y fluida que el resto de las obras del retablo, parece
confirmar que la comunidad religiosa, a la que no agradaba la representación
del escudo de armas de los Castilla, esperó al fallecimiento del patrono, para
proceder a su sustitución.
La adoración de los pastores, 1577-79. Óleo sobre lienzo, 210 x
128 cm. Colección Fundación Botín.
Situada originariamente en el altar
lateral del lado del evangelio, e incluye en el lienzo la figura de San
Jerónimo (otro santo eremita), en el ángulo inferior izquierdo, en primer
término, que cubre su torso desnudo con un manto carmesí y sostiene en la mano derecha
una vela y en la izquierda un libro, quizás la biblia Vulgata.
La composición se coloca en un fondo
arquitectónico impreciso, parece una gruta, en el centro se coloca el Niño del
que emana la luz de la pintura, con la Virgen de frente (túnica roja y blanca –
color simbólico pasionista – y manto azul) y San José en oblicuo, arrodillados.
Cinco pastores, adoran al Salvador, a media altura a la derecha se colocan los
tradicionales mula y buey, pero a la derecha, bajo un creciente de luna (símbolo
inmaculista), se representan dos mujeres, Zelomí y Salomé, las comadronas que
certificaron la virginidad de María.
Sobre la escena, con una luz refulgente,
un grupo de ángeles en escorzos diversos, sostienen la filacteria con la
leyenda en griego, “Gloria a Dios en las alturas…”
La Resurrección, 1577-79. Óleo sobre lienzo, 210 x 128
cm. Toledo, Comunidad Religiosa de Sanito Domingo "El Antiguo".
Mantiene su ubicación original en el retablo lateral del lado de la epístola, incluye la figura de San Ildefonso, en el ángulo inferior derecho, con vestiduras blancas, propias de la celebración de la Pascua de Resurrección
Reduciendo al máximo las
referencias espaciales, representa a Cristo que se eleva triunfante sobre el
lugar que fue enterrado y custodiado por los soldados, que asisten asombrados,
desconcertados, deslumbrados o temerosos al momento, representados en un
repertorio de diversas posturas y actitudes.
Cristo es representado de forma
serena y majestuosa, apolínea anatomía, con escasas referencias a las heridas
pasionarias, con manto carmesí, de pliegues movidos que le sirve de paño de
pureza, sostiene en su mano izquierda una banderola doble blanca. El dinamismo
de la composición se acentúa con el brazo derecho de Cristo extendido hacia
delante, y la pierna izquierda semiflexionada hacia detrás.
La adoración de los pastores, 1612-14. Óleo sobre lienzo, 319 x
180 cm. Museo del Prado
El Greco pintó esta obra casi al
final de sus días, considerada pues como una de las últimas obras que realizó,
pensada para decorar la capilla funeraria de los Teotocopuli en el convento de
Santo Domingo el Antiguo, donde fueron enterrado su primera esposa Alfonsa de Morales y él mismo, desavenencias
con la comunidad religiosa, provocaron la exhumación y el traslado de los
restos. Sin embargo el cuadro se mantuvo en ese mismo lugar del convento hasta
1954, cuando fue adquirido por el estado, pasando a formar parte de las
colecciones del Museo del Prado.
Las referencias espaciales se
reducen un vano abocinado con dos arcos de ½ punto al fondo, de la escena que
se desarrolla con una luz nocturna. El Niño, en el centro de la composición
sobre el regazo de María, es rodeado por San José y tres pastores, entre ellos
y el Niño, se representa arrodillado un buey.
Sobre ellos un grupo de ángeles
sostienen la filacteria GLORIA IN
EXCEL[SIS DEO E]T IN TERRA PAX [HOMINIBUS].
En
los lienzos realizados por el Greco las formas se alargan, extreman la
deformación y se convierten en formas huesudas sobre las que los paños flotan.
DOCUMENTACIÓN:
Ruiz Gómez, Leticia: El Greco,
Santo Domingo el Antiguo. Museo Nacional del Prado, Madrid, 2025
2025.02.28 17:00
2025.02.20 12:00
2025.02.20 12:10
https://arsmagazine.com/el-monasterio-de-santo-domingo-de-el-greco-se-traslada-al-prado/
2025.02.20 11:00
https://www.wmf.org/projects/santo-domingo-el-antiguo
2025.03.02 19:00
Copyright Manuel
Holgado García, 2025.03.03